Con el Negro Toledo

   Negro Toledo

Salud, Negro, hermano. De tu garganta brota la vida. Crece ese verso militante que trasciende el pasatismo de los ausentes.
De tu voz emerge la memoria, el rescate de los olvidados. Renacen los cantos de la gente que vienen a tocarnos el hombro para despertarnos. Y sos un simple cantautor cotidiano, que te hallamos parado en la esquina o poniendo el alma sobre un escenario. Sos el forjador de cosas nuevas, rehacedor de sueños mancillados.
Bebo mi vino, solitario con el firmamento de testigo y el silencio a mis costados. Entra tu voz como entra una mano en el abrazo.
Será que tenemos caminos compartidos, pregonamos mensajes subterráneos, sábalos nadando contra corriente, con los ojos abiertos, a pesar de los golpes de la infamia.
Será porque tu negrura es harina del pan de los humillados y mi blancura es noche estrellada.
Tu palabra me conmueve, me obliga, me despierta, me rescata.
Ahí andamos, a veces con rumbos confundidos, con voces prestadas, con gestos que simulan la esperanza hablando de cosas extrañas.
Y sin embargo, un dolor común nos cruza el aire.
Tu desnudez virginal, sin poses ni conveniencias es una bofetada a los vestidos, a los funcionales, a los alcahuetes, a los miserables, a los que medran, disfrazados, a los complacientes, a los timoratos, a los vencidos.
Bebo el resto de mi vaso: Un viento sacude la noche, cantan los árboles. Silba sobre mis plantas en mi refugio serrano.
Quisiera tenerte, hermano, ocupando la silla de enfrente.
Saberte amigo, me basta.

10/3/07

Comentarios