El Bizco




Apenas descuidarse un cachito y ya tenés el bolonqui encima. Es como el franco del domingo. Te lo querés comer crudo, te parece que es todo para vos y que lo vas a llenar de todas las pelotudeces que viniste postergando durante la semana         Cuando quisiste acordar, el partido, el asado, la siesta, qué se yo, el domingo se fue a la mierda, y ya tenés que poner el despertador, preparar todo para el putaso lunes y bueno, como un preso te sumergís en la semana hasta la espera del próximo domingo y eso sí, te prometés disfrutarlo como dios manda. Anda a cagar, va a pasar lo mismo que todos los reputísimos domingos, se te va como agua entre los dedos y tu vida se hace así una continuidad de laburo, apenas un respirar porque ya ni da para tomarse las vacaciones, cuánto hace que no me las tomo, quince años, y sí, quince años que tenemos la casa y esas vacaciones pagadas son las que han bancado la casa si no andaríamos todavía alquilando alguna pocilga y renegando con las inmobiliarias, con el dueño que te jode, que te quiere cobrar hasta la pintura del baño, no sé, pero la cuestión es que vos te creías que te habías adelantado, que tenías todo un día para vos, que fijate cómo con apenas una decisión a pleno se pueden lograr grandes cosas y después dedicarte a eso que te tortura la cabeza porque lo tenés prometido, te lo tenés prometido hace años y bueno hoy al menos pudiste darle un toque y eso te tiene que envalentonar, te tiene que poner contento, qué sé yo, que tiene que caer cosas interesantes no meras boludeces de cualquier gil en cualquier rincón del abandono. Tenés que levantar la puntería, apuntar a lo que se debería hacer en estos casos, cómo zafar de esa maldición a la que parece que estamos condenados los que laburamos, los que por boludos abandonamos los estudios y nos quedamos como giles contando esas primeras monedas ganadas haciéndonos los machos, que yo con el laburo y mis manos hago todo y no tengo que andar quemándome la cabeza estudiando para que después termine manejando un remiss, sí, me han dicho que muchísimos remiseros son profesionales frustrados, fijate vos y yo estoy seguro que con mi laburo, solo con mi laburo me doy vuelta y puedo comprarme no uno sino dos de esos tachos y ponerlos a laburar y vivir como un payá, pero bueno, todavía la suerte me viene de culo, qué querés que te diga, ya cambiarán los vientos y te aseguro que no te voy a dar vuelta la cara, seguiré siendo el tipo franco de siempre, no como el pelotudo del Bizcacho que se puso una carnicería, empezó a chorear vacas, a faenar por los alambrados y ahora no le tocás el culo con una tacuara, y encima te relaja, te mira como diciendo, te das cuenta, qué te dije, que iba a llegar lejos, ahora disculpame porque tengo que atender mi negocio. Y te mira con esos ojos torcidos que no sabés si te apuntan a vos o te pasan por encima. Dicen que no tuvo piedad con el resto de su familia, que les pegó una patada en el orto, que los sacó cagando a todos y puso gente de su confianza, sabés quien, el Negro Mandril, sí, el del bufoso celoso, quién no se acuerda de él, diez años tuvo en cana el tipo y salió por buena conducta y ahora es la mano derecha del Bizcacho.


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