Presentación de
Narrando
en la Moreno
Se
entremezclan nervios y alegrías, orgullos y temores. Más aún
cuando para la mayoría de los autores de los textos de esta
antología es la primera vez que, perdón por el lugar común, se
verán publicados en letra de molde.
No
nos cansamos de afirmar que un texto es inacabable. Que se deja de
estar sobre él cuando entra en imprenta. Aún así sabemos de
escritores que luego recorrieron librerías para tachar un adjetivo o
agregar una coma a sus imperfectas producciones. No hemos llegado a
tanto. Hemos hecho la vista gorda a frases débiles o a aclaraciones
innecesarias.
Lo
nuestro es un taller de corrección, un taller para reescribir ese
primer texto que salió vaya uno a saber si por musas o escaramuzas.
Un
taller donde rara vez se aplaude, donde casi nunca nos enojamos por
esa tachadura, o enmienda o acicalado. Donde se coloca en la mesa de
cirugía al texto, no al autor. Donde se respeta la voz, el estilo
incipiente, las búsquedas, donde no importa el qué me estás
diciendo sino el cómo me lo decís.
Por
eso permanecemos juntos. Por eso publicamos juntos. Por eso en la
portado se nos ve trabajando, construyendo la hermosa mentira de la
ficción literaria.
Hemos
aprendido que escribir no es agua va. Que las mejores lecciones se
sacan de las mejores lecturas. Que solo podemos reescribir si
escribimos y que llegar a tener un estilo puede llevarnos la vida.
Aun así, insistimos. ¿Quién, que escribe, no se avergüenza de sus
textos cuando lo apabulla un Castillo, una Heker, un Poe, un Borges,
un...?
Por
eso este libro está cruzado de humildad, de trabajo, de algunas
genialidades y otras tantas imperfecciones. Está bien, no es la
forma de vender un libro. Es como publicar un aviso de venta de un
auto, con detalles. Es que no nos gustan los edulcorantes ni los
saborizados ni las portadas engañosas.
Pretendemos
que nos disfruten, causarle una emoción, una sonrisa, una reflexión.
Que nos tomen por cualquier lugar, y que no nos dejen en cualquier
lugar. Y de yapa, queremos decirles que, como lectores, también
pueden atreverse a escribir. Que al final no es tan difícil si
estamos dispuestos a no dejar el texto como salió. Tal vez el que
lee no sepa cuánto tiempo le demandó al autor ese pan redondo y
horondo que se devora. Cuánto se engrudó, amaso, esperó el leudo
mágico del cajón. Las únicas que no se tocan son las paralelas. Y
hasta por ahí nomás.
Escribir
es una actividad lúdica, espanta fantasmas, indagadora, placentera y
frustrante.
Por
eso este libro pudo salir. Porque a lo largo de los meses pasaron
infinidades de textos en la mesa del taller, con primeras, segundas y
sucesivas versiones. Muchos han quedado hibernando en carpetas. Otros
habrán ido a parar al cesto de papeles, sin piedad.
Son
cuarenta textos que han salido de cuarentena, cuentos breves o no tan
breves que incursionan en la ironía, en la pasión, en el juego, el
desarraigo, la venganza, el despecho, la hidalguía, la locura, la
fantasía, encuentros y desencuentros, los temas que a diario nos
atraviesan.
Entretanto,
cada uno de los autores de esta antología va macerando otros textos
para que, más temprano que nunca salgan en un libro enteramente
propio.
Cada
autor ha firmado sus escritos, le pertenecen. Aunque el Narrando en
la Moreno nos pertenece a todos.
Cada
quien le dedicará el libro a alguien en especial. Seguramente a
nuestras familias por ayudarnos sacando las piedras del camino. Y
entre todos, nos lo dedicamos, por el tiempo compartido, por la
armonía del grupo, por el respeto, tolerancia y solidaridad. No es
poca cosa para continuar.
Porque,
robando un extracto del prólogo: Semana a semana nos encontramos,
dejamos nuestras ocupaciones en la vereda y nos introducimos en el
universo de un texto. Durante esas horas nos compadecemos, odiamos o
simpatizamos con un personaje; nos trasladamos a espacios imaginarios
que nos sustraen de lo cotidiano. Tal vez ese sea el momento más
fantástico, apasionante, donde solo se oye el rumor de un taller de
palabras.
A
Ingrid, Graciela, Elsita, Noris, Daniela, Ercilia, Pablo y Anto,
también a Gloria, Analía y Juan Manuel que no están en el libro:
Gracias por permitirme entrar en sus vidas, en sus sueños, por todo
lo que aprendo con ustedes y de ustedes. Siento un afecto recíproco
construido en el más elevado de los respetos. Y vamos por más.
Los
agradecimientos: A Laureano Godoy, por su aporte en el armado y
estética de este nuevo libro de la Colección SADE; a la Biblioteca
Mariano Moreno, a la que sentimos nuestra, a la Imprenta Ingraf por
la cuidada edición, a nuestras familias que nos alientan y
acompañan.
Septiembre
de 2015
Comentarios
Publicar un comentario