Oficina de reclamos de sueños perdidos




OFICINA DE RECLAMO DE SUEÑOS PERDIDOS

Buenos días, señorita. Vengo a reclamar por un sueño que se me extravió.
¿Lo anotó usted, señor?
 No, no tuve tiempo, a veces lo hago por confiarme en mi memoria.
Lo lamento, en esta oficina ayudamos a rastrear los escritos. Tenemos un detector de pulsiones, como los detectores de oro o agua, y los traemos aquí. Fíjese, ese anaquel está lleno de papeles, gente descuidada que tiene el tupé de atrapar sueños y después los deja en cualquier parte. Tenemos un tiempo de espera, luego los incineramos o los sacamos a subasta pública. Vienen muchos escritores sin vuelo propio y son capaces de pagar fortunas por ellos. La verdad es que no los entiendo. Me suelen explicar del terror de la hoja en blanco, de la sequía de imaginación y otras tantas sandeces. Tengo la obligación de ser amable y trato de conformarlos. Tenemos otro departamento, el de los sueños virtuales. Está dotado de una red inteligente que rastrea el espacio, porque, dicen, en algún lado se ocultan. Eso sí, lo someterán a una serie de preguntas, algunas incómodas, pero necesarias para estar seguro de que no es un impostor y quiere apropiarse de sueños ajenos. Tome, llene este formulario que lo habilita para sacar turno en ese departamento. Vaya ahora, están hasta el mediodía.
¿No puedo venir mañana?
No, sería inútil. Solo pueden detectar los sueños olvidados de la noche y tienen una vida efímera. Ya hacia el mediodía se han volatizado, se han transformado en materia inerte, informe.

Acá está mi formulario.
Bien, bien. ¿A qué hora ocurrió el sueño?
 Y… entre las dos de la mañana cuando apague el televisor y las ocho que sonó el despertador. A ver, a ver, son las once y quince, humm, estamos en el límite, haremos lo posible. Dígame ¿Duerme solo o acompañado?
¿Y eso qué importa?
 Importa mucho, los sueños compartidos se van juntos, eso nos permite un mayor radio de acción.
No, últimamente duermo solo.
Bueno, bueno, ¿qué estuvo mirando en televisión?
La verdad, estuve haciendo zapping y me quedé mirando un partido de futbol de la liga inglesa, donde juega el apache.
Ajá. ¿qué cenó?
Recalenté unos fideos del mediodía.
¿Y toma alcohol?
Sí, vino blanco
¿Cuánto?
Dos vasos.
Y luego ¿toma café, medicamentos o es usuario de algún alucinógeno?
No… sí, bueno, me fumé un porrito.
¿Lo hace habitualmente?
¿Es necesario contestarle?
Dígame ¿Usted quiere recuperar el sueño?
Sí, claro.
Pues entonces, conteste, hombre.
Pero, estas preguntas...
Está en su derecho, señor, nosotros hacemos lo que podemos.
Bueno, sí, habitualmente fumo después de cenar.
Bien, bien, me dijo que últimamente duerme solo, pero ¿vive solo?
¿Ha sufrido un desengaño amoroso estos días?
Sí.
Y… sí, claro, el programa me lo ha señalado. Vamos por buen camino, ánimo, hombre, un par de preguntas más y usted recuperará ese sueño esquivo. Eh, venga, venga, acá en la pantalla veo un par de sueños que pueden ser los suyos. Son muy interesantes. Fíjese si no es este ¿Ve? Ese es el estadio de Wembley y allí se ve un hombre junto a una muchacha rubia, comiendo un plato de fideos en el entretiempo.
No, ese no fue mi sueño.
¿A qué hora se masturba?
Conteste hombre, ¿o me va a decir que no lo hace?

Deje, señorita, que se volatilicen los sueños, que se vayan al carajo.

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