POEMA FURIOSO
Nos cargamos de insultos en las tripas
los guardamos para no armar un batifondo
y al final
nos vamos pulcros y civilizados
así debe comportarse un hombre honrado
y me tengo que tragar las píldoras para las hemorroides
y la gastritis y el colon irritable
y entonces me subo a la terraza y le insulto a la noche
lo puteo a dios o a quien lo represente
le digo que pare ya la mano con estos miserables
que eso de repartir el don de la vida
a diestra y siniestra
es de farsante
que hay tipos que no merecen respirar
y tipas que es mejor pegarles un buena patada en el culo
Sí, esas cosas grito en la terraza, cuando todos duermen
y se tapan las orejas para no escuchar
porque no saben de dónde vienen esos gritos
son como gritos del cielo
de tormentas inesperadas y no los dejo dormir
les creo pesadillas, que se revienten de una vez
y dejen al mundo tranquilo
tomando su cerveza
o nada.
Así se escriben los poemas furiosos que no tienen métrica
sino solo el ritmo propio del insulto, de la bravuconada
así me saco ese nudo del estómago
escupo la bronca
que cuando tenga que escupir sangre
no tendré ya aliento ni para respirar.
GOLPEARON LA PUERTA
Era cierto. Andaban por ahí
como bola sin manija
desorientados
como perros en cancha de bochas
y se sentaron en un rincón a llorar
a llorar con pena
a llorar con rabia
y no era para menos
se enteraron
habían gastado la vida en imbecilidades
y era tarde para darse cuenta
del otro lado
ya habían golpeado la puerta.
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