Personaje querible y contradictorio. Apareció una tarde en
un amistoso en la cancha de Arsenal de Holmberg, lo llevaron en enero o febrero
como una posible incorporación de uno más joven para el equipo de la Fusión de
Libres. Y la verdad fue que sorprendió a todos, un flaco desgarbado, que iba a
todas, que volcaba todo en la cancha, rápidamente se le dio la ficha de
incorporación, se le pidió una fotocopia del documento, una foto para el carnet
y el martes siguiente ya se lo puso en la lista de buena fe. Y no desentonó
cuando los partidos fueron oficiales y su bonhomía, su jovialidad, su
disposición a todo ganó la confianza y la amistad. Cuando supimos de su oficio,
sus pastas caseras, primero en su casa, había trabajado años en una fábrica de lo
mejor, y siguió en otro restaurante renombrado, sus pastas colmaban cualquier
expectativa. A tal punto que en el
tercer tiempo cuando se jugaba a primera hora en lugar el asado el Pulpa nos
regalaba con sus ravioles con tuco y qué te voy a contar.
Y fue en los años de gloria argentina que él puso el
negocio, que pudoindependizarse, que se dedicó a eso, y parecía que podía
crecer, consolidarse, pero su anti
peronismo visceral, ese pensamiento del pobre contra el único que le pudo dar
dignidad terminó abrazando al farsante y en los años del farsante terminó
manejando un remiss y claudicó su futuro. La última vez que lo vi iba una
mañana en bicicleta, no precisamente haciendo footing.
Largas charlas afectivas cuando compartíamos las reuniones
de delegados, él por los más jóvenes de la Fusión y lo llevaba a su casa y
horas largas de conversaciones, de todo, a tal punto que uno sentía que podía
confiarlo como amigo, que se sentía complacido, y callaba sus pensamientos más
oscuros, los del renegado de clase, de aquel que estará del lado del poderoso
por más que las evidencias le pongan las cosa en claro. Fue verlo en redes
subiendo las cosas más atroces, aquellas que indignan, que nos ponen en un
lugar de miserables, de desperdicios humanos y vino el cuestionamiento, cómo
era posible que con todo lo que uno pudo contarle, ofrecerle, mostrarle quién
es quién podría afirmar, mostrar semejante rostro aborrecible. Así fue que se
produjo la distancia y ya no hubo más saludos extensísimos y sentidos para el
día del amigo, o el cumpleaños, o las fiestas de guardar. Ahora silencio, nada
más, es una lástima, pero nada pudimos hacer en firme como para colocarlo en el
lado correcto de su vida, la que es con los mejores trabajadores, con las ideas
solidarias, las que él tiene pero que la enfermedad del odio inoculado le hacen
imposible la vista de un mundo distinto donde tenga cabida él y los suyos y
todos los que de alguna manera buscan un mundo de igualdad, fraterno, que valga
la pena vivir.
Lo quisimos mucho, como a un hijo a quien aconsejar,
acompañar. Lo tratamos de igual a igual, ofreciéndonos sin cortapisas. Los años
transcurren y se va desdibujando su afecto, nos queda como esos seres con los
que ya no tenemos nada que hablar, aunque guardamos siempre la ilusión de un
abrazo en serio.
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