Si me preguntan, si nos preguntan a mi hermano mayor y a mí quién fue
nuestro primer amigo,
responderíamos
a coro sin dudar: el Luis Pereyra.
El Luisito. El primero que apareció en nuestros juegos, en las salidas en
bicicleta, con las cañas de pescar hacia el arroyo de Santa Catalina; cuando
jugábamos a la pelota en el patio de la escuela al frente de su casa; cuando
salíamos a pescar acompañando a nuestros padres por las acequias de las quintas
en busca de anguilas. Con él nos cargaríamos con la primera novia, y ahí están
don Noel, su padre, el compañero amigo del Atilio cuando trabajaban en Almafer,
la madre cuyo nombre se me escapa ahora, las hermanas Cristina y Susana, blanco
de cargadas sobre supuestos noviazgo con Oscar. Íbamos a su casa de la calle
Belgrano; irían a las nuestras en el periplo de casas cada dos años de
alquileres vencidos y nuevos integrantes en la familia. Y esa amistad perduró
hasta la entrada al secundario y ya fueron otros los intereses, otros los
amigos y el Luis quedó para esos encuentros aleatorios en la calle, por ahí,
para el abrazo, para recordar anécdotas y el tiempo no digo que llevó al
olvido, sino que pudieron pasar décadas sin que supiéramos el uno del otro.
Recién a la vuelta de la cárcel nos volvimos a encontrar, cuando iniciamos la
liga de futbol veteranos lo convocamos, frecuentamos un par de veces, no tuvo
continuidad en el equipo y fue desafectado de la lista de buena fe. Ahí supimos
de su vida de distribuidor de alimentos, de su familia, de la muerte de Noel
arrollado su auto mientras cruzaba en la ruta A005, y luego los frecuentes
encuentros siempre en el mismo lugar, el supermercado de los hermanos Sanz, a
quienes les hará algún mandado o encargue o distribución, vaya uno a saber por
la frecuencia, ya que está jubilado, no hace viajes por la zona y es siempre lo
mismo, preguntas por Oscar, anécdotas viejas, promesas de algún encuentro, un
abrazo sentido, sonrisas y cada cual a sus cosas. Quién puede negar que aún
sigue siendo el primer amigo, y solo tiene ese mérito, de haber sido inaugural
de amistades.
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